Tengo el celular en las manos, escribo y borro el mismo mensaje cinco ¿o seis veces?.
Ella es la chica en la que pienso todo el tiempo. Fuimos novios a nuestros veintipocos... y ambos éramos bastante inestables para una relación duradera, pero tenÃamos una amistad que nos funcionó muy bien durante unos diez años. Nos volvimos confidentes, nos reunÃamos una vez al mes para tener el PUTO MEJOR FUCKIN SEXO del mundo y comer, ella su ensalada con pescado y yo, pasta con pollo.
Es la mejor en la cama, certifico. He tenido muchas amantes, no me avergüenzo, y en serio, ella es la mejor, porque conoce su cuerpo, sabe que caricias quiere, cómo y el momento perfecto. Se atreve a experimentar y no le da miedo interrumpir si lo que ocurre no le está gustando. Y me encanta su cuerpo, sus piernas enormes, que no puedo rodear con mi mano, sus caderas y nalgas que deberÃan de haber hecho que traseros como el de Nicki Minaj se pusieran de moda mucho antes.
Durante tantos años, ambos salimos con diferentes personas, pero ella se embarcó en una relación que al menos por lo que posteaba en redes iba totalmente en serio. Y yo, me mantenÃa discreto y al margen, porque lo último que hubiera querido es provocarle problemas con su novio (el cual de paso, me parecÃa un idiota). Luego, creo que se volvió loca.
Era septiembre. Pasé por ella a su trabajo una tarde y nos fuimos a un hotel, fue el sexo habitual, y no es queja, aclaro. Empezamos con nuestros preliminares, a ambos nos gusta tomarnos nuestro tiempo... luego mucho mucho mucho sexo oral: dar, recibir, sesenta y nueve y repetir tantas veces sea necesario para disfrutar de al menos uno de sus orgasmos en mi boca. ¡Amo su sabor, su olor, su piel depiladita! Luego lo hicimos... no sé, tal vez fueron dos rounds, tomamos un descanso y vuelta a empezar, ella encima de mi, al ritmo que sabe que NOS gusta mientras con mis dedos comencé a jugar en su anito. Me besó y se reacomodó para intentar meter mi pene ahÃ, pero se estaba volviendo doloroso para mi. Le pregunté si de verdad querÃa que lo hiciéramos de esa manera. No me extenderé con el vocabulario que usamos para no hacer enojar a ningún seguidor de la RAE, pero su SI QUIERO fue tan contundente que en un segundo ya la tenÃa acostada boca arriba y con sus piernas sobre mis hombros. Entré en ella tan fácil como nunca en la vida, y fue tan sorpresivo y agradable que admito que no duré mucho... y de hecho fue muy vergonzoso, porque, entre palabras y gemidos le anuncie que iba a terminar (cosa que a ella le encanta) pero parecÃa que iba a llorar. Me sentà apenado, y ella sorprendida, pero no en mal plan, eso también me gusta de ella, no es de las que se espantan por cualquier tonterÃa. Después de esa vez, no volvimos a vernos. No recuerdo bien si nos escribimos, solo recuerdo que en diciembre, me mandó unos mensajes al whatsapp "confesándome" que se estaba enamorando de mi. Traté de ser cortés y darle el avión. No volvió a escribirme ni para mi cumpleaños.
Después... vino el 2020, y el estúpido covid y el encierro. Entre mi condición fÃsica (osea la pinche gordura) me encerré con disciplina y solo salÃa a ver a mis papás si ellos necesitaban algo. Fue un puto año de chaquetas en la regadera. De no sentirme cómodo para intentar ligar ni ver a nadie. Y claro... terminé escribiéndole en el verano y digamos que ella fue la que me devolvió el avión, informándome que seguÃa viva y nada más.
Cuando anunciaron que por fin, entrarÃamos en semáforo verde, yo sentÃa que me quitaban el cinturón de castidad y como ya era lo mismo esperar al lunes, el viernes en la noche fui a donde otra amiga y gracias a dios, terminamos cogiendo. Pero mierda, apenas estábamos en el faje y yo ya estaba pensando en ELLA, la otra. Le pedà a ésta que tratara de tragársela toda, hasta la base "no puedo, me ahogo". Le pedà que la llenara de saliva y me masturbara "ay no, vamos a mojar todo". Luego se montó en mi, yo trataba de hacerlo como me gustaba, penetraciones profundas y un movimiento rápido de atrás hacia adelante "es que asà me canso". Al final me rendà y traté de concentrarme con los ojos cerrados, pero mis manos en sus delgados muslos extrañaban con ansiedad las gordas piernas de mi pareja ideal.
Cuando terminó, noté en su cara algo de decepción, o serÃa que vi mi decepción reflejada sus ojitos. Me sentà como un tonto. Y ahora me siento el doble de tonto, mas bien estúpido. Porque le escribÃ, a ELLA, a la que deberÃa ser mÃa. Confesándole que la he extrañado.
Me dejó en visto.